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  Música
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ANTONIO CABÁN VALE

(Dedicatoria del Festival de Claridad, 2012)

 

Por  José Enrique Ayoroa Santaliz.

          El semanario CLARIDAD, Periódico de la Nación Puertorriqueña, le dedica este Festival, su número treinta y ocho (38), a Antonio Cabán Vale, EL TOPO,  por sus merecimientos como artista y como patriota.

          En cualquiera de estas dos facetas, artista y patriota, por separado, El Topo tiene, sin más, muy merecido este reconocimiento. Tanto más, cuanto  que  en él se hermanan espléndidamente ambas facetas y ambas aportaciones.

 

PATRIOTA

          El Topo es un patriota del más alto compromiso con la lucha por la Independencia para Puerto Rico.  Es un luchador de la primera fila de combate.

          Es posible que su gran destaque en el campo artístico haya distraído la percepción pública, relegando a un segundo plano de captación  su aportación a nuestra lucha en muchos otros órdenes, más allá de su condición de artista, compositor, guitarrista y cantor.

          El régimen interventor de nuestra Patria, sus diversas agencias de persecución, parecen tenerlo más claro.  Cuando se entregaron a los perseguidos las llamadas carpetas policíacas o “Carpetas de Subversivo”, esos instrumentos persecutorios revelaron la amplia actividad patriótica que realizó Antonio Cabán Vale, desde el año 1965 hasta el año 1987: 22 años de compromiso y de lucha.  Una de estas carpetas persecutorias dice falsamente que vivió un tiempo en el antiguo local del Partido Nacionalista, en San Juan “...donde se hacían bombas.”

          Las otras carpetas, las que aún no han entregado, tienen que estar, lo aseguro, igualmente cargadas de actividad pro-Independencia.

          Cuando el momento lo reclamó, El Topo renunció valientemente al carimbo colonial que es la ciudadanía que nos impuso el amo.

          En otro momento neurálgico de nuestra Historia reciente, penetró, en desafío de su abusiva ley penal, a las tierras viequenses usurpadas por la Marina de Guerra de los Estados Unidos, por lo que fue arrestado por la Policía militar y conducido ante un Magistrado en el Tribunal del Invasor.

         Frecuentemente ha visitado diversos países en apoyo de movimientos revolucionarios fraternos de nuestra lucha. En una de esas ocasiones se encontraba en Nicaragua. Estaba justamente cantando su inmortal VERDE LUZ  en el CLUB MANAGUA, cuando la Guardia Nacional Nicaragüense irrumpió en el local disparándole a todo lo que se movía. Al respecto, él se lo dice – con su habitual buen humor – al escritor Josean Ramos: “me salvó la estatura, porque una bala me raspó la cabeza, me hizo la partidura.”

          Varias veces ha visitado a Cuba. En una de sus primeras visitas, esta vez formando parte del grupo artístico TAONÉ, observando a un niño campesino cubano realizar tareas agrícolas, escribió uno de sus clásicos, LAS MANOS DEL CAMPO, que contiene esta profecía que sigue, refiriéndose a sus laboriosas manos infantiles:   “...de ellas crece el  sueño del futuro, /  el sueño del futuro de la raza  /  que está en tus manos. /

          El Topo siempre está disponible donde quiera que lo reclame la Patria.  Siempre ha respondido afirmativamente para este Festival de Claridad y  también lo estuvo durante los seis años que llevamos a cabo un Festival de Apoyo a Claridad, semejante a este, en la ciudad de  Ponce, allá por la década de los años setenta. Está en toda marcha, manifestación o acto de expresión pública al que lo convoque la Patria.

          Su canto terruñal, patriótico y revolucionario es insobornable ante las tentaciones del mercado. En una ocasión, una línea aérea internacional que operaba desde Puerto Rico ( y que hoy día ya no existe), pretendió contratarle mediante ofrecimiento de paga para que su canción Verde Luz se difundiera en todos sus vuelos, a condición de que se eliminaran los versos medulares que dicen:  “libre tu suelo, sola tu estrella”.   El Topo les dio un rotundo no, indignado ante la osadía de la irrespetuosa oferta.

 

EL ARTISTA

          E l Topo es un trovador fuertemente enraizado en la tradición del payador gaucho Martín Fierro, obra del argentino José Hernández:

                “Yo he conocido cantores que era un gusto el escuchar

               mas no quieren opinar y se divierten cantando,

              pero yo  canto opinando, que es mi modo de cantar.  

             Procuren si son cantores el cantar con sentimiento,

            no templen el instrumento por sólo el gusto de hablar

           y acostúmbrense a cantar en cosas de fundamento.”

 

 

 

 

 

          En la tradición de la chilena Violeta Parra:

 

“Yo canto a la chillaneja

si tengo que decir algo

y no tomo la guitarra

por conseguir un aplauso.

Yo canto la diferencia

que hay de lo cierto a lo falso,

de lo contrario no canto.”

 

          En la tradición del chileno Víctor Jara, en su canción Manifiesto:

 

“Yo no canto por cantar

ni por tener buena voz...”

 

          Así se lo ha dicho él a la Prensa: “El verdadero cantor o trovador de oficio, de corazón, tiene que cantar las tristezas del pueblo; a veces hay que llorar, pero lo importante es sentir la vida y llevarla con el corazón, con el entendimiento. “    “La canción es la esperanza, la razón histórica, o si no ¿para qué sirve?

          Sigue diciendo:   “Para mí siempre ha sido importante hablar de la realidad política y social...”   “El pan está mal repartido y esas son cosas de las que escribo, porque soy muy susceptible.  Las condiciones humanas me conmueven.  Soy una persona que reacciona al sufrimiento.”

          Puestos a llorar, nos ha dejado inmortales elegías que se seguirán cantando por siempre, dedicadas a:

 

          1. Don Pedro Albizu Campos

          2. Elías Beauchamp

          3.  Hiram Rosado

          4. Griselio Torresola

          5. Antonia Martínez Lagares

          6. Domingo Vega

          7. Chagui Mari Pesquera

          8. A la Niña de Mar Chiquita, hija de Yiya Sotomayor y del sacerdote Alberto González, obra que, en el decir de Luis Palés Matos, es “...una canción festiva para ser llorada.”

          Su voz, su modo de cantar, aun sus piezas musicales jacarandosas, alegres, festivas, es una especie de lamento, es un “llanto”, que siempre me recuerda, al decir de Julia de Burgos:  “... el que de mí se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.”

          Su obra musical es amplia, variada, abarcadora. Se señala con verdad que El Topo ha renovado los géneros folklóricos y en general los géneros populares puertorriqueños. Yo creo adivinar en su cantar folklórico, en los coros que lo acompañan, ecos centenarios del cantar de los hijos de las Islas Canarias que poblaron la región noroeste, de donde ambos somos naturales. Esos coros me traen al recuerdo ecos de mi infancia, como los de Odilio González y el  “Cieguito de Lares”,  que iba de pueblo en pueblo cantando en las fiestas patronales.

          El Topo lo ha dicho con estas palabras: “La raíz del arte está en el pueblo y a él lo debemos devolver convertido en mensajes musicales.”

         También cultiva con acierto su proverbial sentido del humor, en canciones tales como El Lijereto del lagartijo (que es un poema de su amigo y maestro Roberto Alberty, El Boquio) y Los Bárbaros Trucutú.

          Este es El Topo jacarandoso, alegre, retozón, que en el Sector Caraima del Barrio La Cruz de Moca, todos conocen por el nombre de “Luisito el de Jobino”.

          También hay, sin embargo (y sobre todo) un Antonio Cabán Vale, un Topo lírico, maduro, profundo, poeta mayor medido por cualquier rasero. Es un estudioso serio, un conocedor a fondo de la poesía culta. Alguna de las letras de sus canciones son de la mejor poesía que se ha hecho y se hace en Puerto Rico.  Desafortunadamente para el país, creo que esa faceta, a mi juicio la más trascendente, es la menos divulgada y conocida.

          Me refiero a obras tales como En Un Café de Estudiantes, El Comienzo del Amor, Si Tengo la Suerte, Era Corto El Camino, Después de la Canción, ¡Qué Extraño Es El Amor! , Julia de Amor Amanecida, Altar de la Ventana, Compañera Soledad, Caminando, Caminando, la milonga criolla Yo Quiero Decir Cantando, Niña del Manantial, Soneto de Amor, Amo esta Casa Extraña, La Casa Sola, El Día Que Tú Te Fuiste, Velero De Amor, Adela y el Silencio, Perdido En Mi Pensamiento, Amante Corazón, Porque Tu Mano Es La Mía,  Puedo y una joya, inédita, que yo titulo “Mi caballito negro de los ojos tristes regalo de mi abuelo campesino.”.

          Este Topo denso, intenso, profundo... este Topo saudádico, melancólico, lírico, poeta con letra “P” mayúscula; éste, sobre todo, está a la altura de los más grandes cantores de América de todos los tiempos.  Y pese a esa objetiva grandeza artística, no hay uno más llano y más humilde. Con palabras simples, pequeñas, cotidianas, ha hecho  una obra inmensa, sin jamás sacrificar en su canto el compromiso socio-político.

          Uno de los grandes cantores de la América, en este momento, el dominicano Juan Luis Guerra, su amigo y gran admirador, lo describió y definió de este modo certero: El Topo es “un metro de ternura.”  Y de compromiso social y patriótico, añadimos nosotros.

          Antonio, recibe este merecido homenaje que te hace tu pueblo a través de tu Periódico Claridad.

 

(Leído el 23 de febrero de 2012 en el  parque de estacionamiento del Estadio Hiram Bithorn, San Juan , Puerto Rico, en el Festival número 38 de Claridad).


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